Isaac Newton (1642-1519) quien estableció un
principio hasta hoy aceptado: la luz es color. En 1665 Newton descubrió que la
luz del sol al pasar a través de un prisma, se dividía en varios colores conformando
un espectro.
Lo que Newton consiguió fue la descomposición de
la luz en los colores del espectro. Estos colores son básicamente el Azul
violaceo, el Azul celeste, el Verde, el Amarillo, el Rojo anaranjado y el Rojo
púrpura.
Así es como observa que la luz
natural está formada por luces de seis colores, cuando incide sobre un elemento
absorbe algunos de esos colores y refleja otros. Con esta observación dio lugar
al siguiente principio: todos los cuerpos opacos al ser iluminados reflejan
todos o parte de los componentes de la luz que recibe.
Por lo tanto cuando vemos una superficie roja,
realmente estamos viendo una superficie de un material que contiene un pigmento
el cual absorbe todas las ondas electromagnéticas que contiene la luz blanca
con excepción de la roja, la cual al ser reflejada, es captada por el ojo
humano y decodificada por el cerebro como el color denominado rojo.
Propiedades de la
luz
El
término genérico luz se refiere a la parte visible del espectro electromagnético,
que incluye además ondas de radio, rayos gamma, rayos X, infrarrojos y
ultravioletas. El ojo humano solamente percibe una estrecha banda de longitudes
de onda, el espectro visible. Este espectro comprende toda la gama de colores.
La mayor longitud de onda visible corresponde al rojo y la menor al azul.
Reflexión y difusión
Todo cuerpo refleja parte de la luz que incide
sobre él. La mayoría de las superficies de los objetos son ásperas o
irregulares, y por ello dispersan la luz que reciben en todas las direcciones
posibles. Este tipo de reflexión produce el fenómeno llamado difusión.
Una superficie lisa y bien pulida, en cambio,
produce una reflexión regular: la luz que incide en una dirección determinada,
es reflejada en otra dirección determinada. Es lo que se conoce como reflexión
especular, y sigue un par de leyes muy simples: la primera es que el rayo
incidente y el reflejado se encuentran siempre sobre el mismo plano. La segunda
que el ángulo de incidencia y el ángulo de reflexión son iguales.
Absorción
Los
objetos que no permiten el paso de la luz, absorben parte de ésta y reflejan
otra parte, resultando su color. El color que tiene un objeto determinado es el
color que no absorbe su superficie y que se refleja para llegar a nuestros
ojos. Si vemos un objeto de color azul significa que el cuerpo refleja el color
azul y absorbe los demás.
No
todos los materiales son opacos a la luz: el vidrio, el agua y ciertos
plásticos son transparentes mientras que el papel vegetal y el cristal opaco
con textura dispersan la luz transmitida (transmiten la luz pero la dispersan,
de manera que no permiten que se vea con claridad lo que está al otro lado) y
por ello se llaman translúcidos. Los objetos transparentes y translúcidos dejan
pasar la luz, o al menos una fracción de ella.
Refracción
Es un fenómeno que ocurre dentro del fenómeno de la
transmisión , cuando la luz atraviesa un material transparente de forma oblicua
(si lo atraviesa en dirección perpendicular no hay refracción).
Cuando
los rayos luminosos inciden oblicuamente sobre un medio transparente, o pasan
de un medio a otro de distinta densidad, experimentan un cambio de dirección.
Este fenómeno tiene importancia capital en fotografía, ya que la luz antes de
formar la imagen fotográfica ha de cambiar frecuentemente de medio: aire -
filtros - vidrios de los objetivos - soporte de la película.
Si un rayo de luz incide perpendicularmente sobre
la superficie del vidrio, sufre una disminución de su velocidad pero no se
desvía. Por el contrario, si lo hace oblicuamente, la parte del frente de ondas
que llegue primero sufrirá un frenazo y continuará avanzando a inferior
velocidad, mientras que el resto del rayo continua todavía unos instantes a
mayor velocidad. Esta diferencia de velocidades en la parte frontal del rayo
luminoso es la que produce la desviación de su trayectoria.
La refracción sigue también un par de
leyes, casi tan sencillas como las de la reflexión, La primera de ellas nos
dice que el rayo incidente y el refractado están sobre el mismo plano. En la
segunda interviene un parámetro que caracteriza al medio: el índice de refracción,
n.
Cuando un rayo de luz pasa de un medio a otro
con diferente índice de refracción, se desvía. La desviación es mayor cuanto
mayor es el índice de refracción del segundo medio. Si el índice de refracción
del segundo medio es mayor que el del primero, el rayo se quiebra: una cuchara
parcialmente sumergida en agua parece quebrada, la imagen sumergida parece
alejarse de la superficie. Cuando disminuye el índice de refracción, sucede lo
contrario: el rayo se acerca a la superficie.
Cuando la luz atraviesa un vidrio de caras
paralelas, los rayos se desplazan ligeramente, por la refracción que sufren al
entrar en el vidrio y al salir de él; pero salen paralelos a la dirección
original. Por ello las imágenes vistas a través de una ventana no se
distorsionan. Cuando, en cambio, la luz atraviesa una lente, cuyas caras no son
paralelas, cada uno de los rayos es desviado de manera diferente: las lentes
convexas los concentran, las cóncavas los dispersan. Por ello las imágenes
vistas a través de las lentes no reproducen fielmente a los objetos en tamaño y
en forma. En esta útil propiedad se basan los diseños ópticos de todos los objetivos
fotográficos.
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